LA CULTURA Y SU VALOR EN IBEROAMERICA, por Alfredo Pastor Ugena


Sabemos que la cultura está articulada por el entramado de nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras formas de relación y de comunicación, nuestra creatividad y la expresión de nuestro ser. Podríamos decir que la cultura- en sentido amplio- asigna identidad a nuestra vida individual y colectiva.

            Es preciso, por tanto, situar la cultura en el centro de los debates sociales, fortalecer sus expresiones y hacer partícipes a todos los ciudadanos de su riqueza. La cultura no es sólo patrimonio del pasado, sino un sistema  vivo y dinámico que se recrea constantemente.
            Cada sociedad, cada pueblo, cada grupo cultural debe sentirse respaldado y reconocido en lo que más valoran de su historia, de sus visiones del mundo, de sus tradiciones y de sus expresiones, es decir de su cultura.
            En el caso de Iberoamérica, dotada de la riqueza de los desafíos de su diversidad cultural, sus culturas reflejan esa multiplicidad, fruto de los avatares de su historia y de los recursos de su inteligencia y de su imaginación.
            La diversidad cultural iberoamericana se manifiesta no sólo en las diferentes formas en que se expresa, enriquece y transmite su patrimonio cultural, sino también mediante la variedad de sus expresiones culturales que afloran a través de los distintos modos de creación artística, producción, difusión, distribución y disfrute de las expresiones más genuinas de su patrimonio.
            ¿Existe Iberoamérica como patrimonio cultural diferenciable? La personalidad iberoamericana es indígena, africana, mulata, mestiza y, a través de la Península Ibérica, mediterránea, griega, latina, árabe, judía, cristiana y laica. Todo ello hace que Iberoamérica sea un espacio privilegiado extenso y diferenciado para dialogar con los demás, que nunca serán los que sobran-las minorías- sino los que aún  son capaces de sentirse unidos: los demás.
            Conocemos que a lo largo de los siglos, los países iberoamericanos han tejido una red de lazos de sangre, lenguas, expresiones, narraciones, credos, valores e historias compartidas que fortalecen su identidad y les posibilita un lugar privilegiado en el mundo.
            Esa riqueza, sin embargo, se enfrenta con serias dificultades para extenderse a todos los pueblos y llegar a la propia vida de las personas. La pobreza, en muchas ocasiones extrema, las profundas desigualdades , la marginación de lenguas y culturas, de los pueblos originarios y afrodescendientes, así como la escasez de recursos públicos y privados para apoyar el desarrollo, el acceso y participación de todos en los bienes económicos , sociales y culturales, limitan enormemente el futuro de su patrimonio primordial.
            Sin embargo, hoy nos encontramos ante un momento histórico inmejorable. En 2009 y 2010 se inició para la gran mayoría de los países iberoamericanos la celebración de los Bicentenarios de su independencia. Una conmemoración que habrá de extenderse hasta 2011. Es, pues, una etapa que estará atravesada por el reencuentro con las raíces culturales de los pueblos y por el planteamiento de acciones concretas que permitan hacer frente a los retos históricos.
            En este sentido, no debemos olvidar el apoyo de la UNESCO a estas directrices en su Declaración Universal de la Diversidad Cultural y en la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, donde se defiende de forma nítida la diversidad cultural como patrimonio de la Humanidad.
                        El espacio geográfico más aproximado que conocemos como Iberoamérica está poblado por unos 564 millones de habitantes-casi la décima parte de la población mundial-, en un territorio de 22 millones de km2- casi un quinto de la superficie terrestre- con la fortuna de compartir dos lenguas mayoritariamente nacidas de la misma matriz latina-el español y el portugués- , y de mantener muchas más, expresión de la presencia y de la riqueza cultural de los grupos originarios de esas sociedades.
            Podemos afirmar que Iberoamérica tiene una formidable cantera de recursos humanos, de memoria histórica y patrimonial, de bienes culturales ancestrales, y otros actuales en incesante y masiva producción, de creatividad e imaginario incalculables. Se trata de una comunidad con una tradición compartida, fundamentada para un posible y esperanzador futuro común, y una identidad que, aunque multifacético, la diferencian de las otras grandes comunidades culturales.
            Es obvio que la cultura iberoamericana –como todas las demás-está inserta en una sociedad tecnológica y globalizada, navegando entre pobreza y desigualdad. Estas se manifiestan también en el retraso educativo de amplios sectores de la población, reproduciendo las diferencias existentes entre los más pobres y los más ricos. Basta señalar que existen cerca de 34 millones de personas analfabetas, lo que supone casi el 10%  de la población. Y que la cifra de jóvenes y adultos que no han culminado la educación primaria, se sitúa cerca de los 100 millones de personas.
            En este proceso, el reconocimiento creciente de la libertades y los derechos culturales como nueva dimensión de los derechos fundamentales, debe ser valorado como una respuesta positiva frente a las restricciones, exclusiones y discriminaciones relacionadas con las creencias religiosas, la lengua materna, los modos de vida, el color de la piel, las características regionales, los orígenes nacionales o la pertenencia a una determinada etnia.
            En una sociedad con índices de desigualdad tan extremos compila iberoamericana, la formación de ciudadanos libre cultos y solidarios, debe ser establecida como una de las estrategias principales que puedan contribuir, por el compromiso colectivo de los diferentes sectores sociales, a superar la pobreza, la marginación y la inequidad. Y, en estrecha correspondencia, no se puede desarrollar una educación capaza de cumplir estos objetivos si no se incorporan en las escuelas de forma activa, participativa e innovadora la claves de la cultura de nuestro tiempo, en las que el pasado está siempre presente.
            Podemos preguntarnos cuáles son los problemas pendientes de la cultura iberoamericana. En primer lugar destacamos la desigualdad. La cultura iberoamericana está dañada por ella. Las muy ricas y valoradas expresiones culturales no están a disposición de todos, ni posibilitan a muchos creadores individuales y colectivos salir de la pobreza. La cultura no alcanza a convertirse en factor de desarrollo y de participación ciudadana. Además falta una valoración real de la propia diversidad: la diferencia suele ser fuente de desigualdad.
            Entre los documentos que defiendan en la actualidad  la cultura iberoamericana, se encuentra la Carta Cultural Iberoamericana cuyos ejes vertebradotes se sitúan en os derechos culturales, el patrimonio cultural y natural, material e inmaterial, las industrias culturales y los vínculos entre la cultura y el desarrollo, la educación y la formación, la innovación, la economía, el empleo, el medio ambiente, el turismo, la ciencia, la tecnología y los medios de comunicación.
            La Carta Cultural compromete a los gobernantes a adoptar medidas políticas, leyes, resoluciones administrativas que posibilitan alcanzar los fines que la carta postula: tienen que obligarse a afirmar el valor central de la cultura, han de promover la diversidad cultural, tienen que consolidar el espacio cultural iberoamericano y han de facilitar el intercambio de bienes y servicios.
            Dos conceptos básicos la sustentan :la idea de que la diversidad cultural es una condición fundamental de la existencia humana y de que sus expresiones constituyen un factor clave para el avance y el bienestar de la Humanidad y, por tanto, del espacio cultural iberoamericano. Y la convicción, en segundo lugar, de que es posible construir nuevos modos-horizontales, estrategias e igualitarios- de entender la cooperación entre los pueblos, las naciones y los gobiernos.
De la confluencia de ambos se concluye que la diversidad cultural en la región iberoamericana debe ser promovida, ejercida y practicada desde la cooperación, entendida como expresión de la voluntad política de construir y de reafirmar una comunidad de naciones que compartan una historia, unas lenguas y una cultura común.
La Carta Cultural Iberoamericana fue aprobada de forma unánime en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Montevideo en 2006.
Iberoamérica ha sido y es una idea por construir , y a la vez una comunidad efectiva con sustento histórico plena de desafíos.

EL TESORO ARQUEOLÓGICO DE CALAKMUL (MÉXICO), por Alfredo Pastor

Calakmul


Calakmul es  un centro urbano prehispánico maya situado en el sureste del estado mexicano de Campeche, en la región del Petén, a escasos kilómetros de la frontera con Guatemala. Según los estudios más recientes, Calakmul ha sido reconocida la ciudad maya más grande de México.
Para llegar a ella hay que seguir un camino rodeado de antiguas estructuras, muchas de ellas sepultadas con el transcurso del tiempo, junto a los edificios rescatados. Nos encontramos con muchas estelas cuyas inscripciones narran hechos relevantes ocurridos durante los 1500 años que este sitio estuvo habitado.
 Debemos recordar históricamente que , desde un punto de vista político, los Mayas nunca estuvieron unificados. Se organizaban, sobre todo, durante el periodo clásico, en unos 60 reinos diferentes cada uno con su gobernante. Esto dio lugar a tensiones entre los distintos poderes generando grandes luchas, alianzas, conspiraciones, dando lugar a una situación de "guerra constante", lo que explica históricamente   que nunca hubiese una cabeza organizadora y directora que unificara  la complicada red de reinos que existían.
Calakmul es  un lugar emblemático de la Reserva de la Biosfera :el segundo más importante  del mudo después del Amazonas .El 4 de julio del año 2002, la UNESCO le otorgó el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Esta ciudad ocupa una extensión de 70 kilómetros cuadrados en el corazón de la Reserva
Itzamná era el Señor de los Cielos,
de la Noche y del Día. Se dice de 
Itzamná que fue el primer sacerdote, 
el inventor de la escritura y 
de los libros.
En esta geografía plena de vida, los mayas decidieron levantar sus ciudades hace tres mil años. Los primeros asentamientos tuvieron lugar en lo que hoy se denomina el Sur arqueológico, cerca de la frontera de Guatemala. Dentro de tal océano de vegetación, los sitios arqueológicos se descubren caminando por senderos y descubriendo brechas, hasta llegar al pie de una pirámide o toparse con un templo.
La gran cantidad de enormes  construcciones que presenta Calakmul supera a muchos otros centros. Presenta unas estructuras que se van disponiendo a lo largo de la selva configurando el mapa de la ciudad , en el que destacan, entre otras estructuras, la red de suministro de agua y los caminos que se encuentran diseminados por todo el territorio, poniendo de relevancia la importancia que tuvo la inversión en obras públicas para los gobernantes de la ciudad.
El espacio geográfico ocupado por la urbe, está repartido de una manera dispersa a través de cinco grandes complejos organizados en torno a la Gran Plaza central —que también servía como un gran reloj de sol—. El terreno queda dividido en un centro nuclear donde se desarrolla la mayor parte de la actividad política, económica y religiosa con barrios conectados con este centro mediante calzadas de tipo urbano.


            Si nos dirigimos al norte de Calakmul los viajeros llegamos a Chicanná, Xpuhil, Becan y Hormiguero,donde descubrimos la originalidad arquitectónica de la región: fachadas que representan a deidades mayas y edificios rematados con torres ornamentales. También aquí encontramos, en medio de la selva, hoteles de primera categoría –y otros más modestos- para hacer un alto en el camino  y disfrutar de las excelencias del paisaje y la terapeútica tranquilidad del lugar.
Chicanná
Destaca por su grandiosidad y belleza, un enorme friso, adornado con mascarones de estuco, de 16.80 metros de largo y 1.75 metros de alto, donde los mayas-inspirados por la belleza de la región-plasman  rostros de jaguares y anfibios, además de la imagen de Itzamná (Dios maya de la sabiduría), quien, con grandes colmillos, mira desafiante al viajero observador. Se trata de la divinidad mas relevante de la mitología maya, no en vano es denominado como el Amo y Señor de los cielos, del día y de la noche

EL MUSEO DE AMÉRICA EN MADRID: UNA VENTANA A NUESTRA HISTORIA, por Blas Esteban Barranco

 La ciudad  de Madrid cuenta con numerosos atractivos culturales, y no todos están citados en los itinerarios a realizar o incluidos en los paquetes comercializados Es posible que usted  no  conozca el Museo de América.

Es obvio que los museos y las exposiciones son una de las principales motivaciones del llamado turismo cultural y para visitar las ciudades. Este es el caso de Madrid y sus diversos museos. En el pasado año 2008, los tres grandes museos situados en Madrid -el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen-Bornesmiza- recibieron durante el 2008 un total de 5.303.417 visitantes, según los datos facilitados  por las tres pinacotecas al cierre del pasado año.

 El Museo del Prado recibió el año pasado un total de 2.759.029 visitantes, y volvió a ser el museo más visitado de nuestro país. No todos los museos reciben  este número de visitantes y es suficientemente conocido.

El Museo de América:  un Museo estatal


El Museo de América  de Madrid es un componente de la red de los museos estatales españoles que reúne amplias colecciones que proceden de las distintas culturas del continente americano, lo que permite no sólo admirar piezas únicas sino también valorar la capacidad del hombre americano para desarrollar diferentes estrategias vitales que se manifiestan en diversos universos simbólicos, cargados muchas veces de un fuerte mestizaje.

Los fondos custodiados en el Museo de América, están constituidos por las antiguas colecciones de Arqueología y Etnografía Americana del Museo Arqueológico Nacional y que habían antes pertenecido al Museo de Ciencias Naturales, así como por las donaciones, depósitos y adquisiciones de nuevas obras. Su temática abarca un dilatado período que va desde la Prehistoria americana hasta la actualidad, con especial énfasis en la arqueología precolombina, la etnografía y el arte colonial.

La exposición permanente se estructura en cinco grandes áreas que, con un enfoque antropológico, intentan mostrar la compleja realidad americana.

El museo en cinco grande áreas expositivas

1- El conocimiento de América que partiendo de los mitos que sobre América ha habido, explica cómo se llegó a su conocimiento real a través de los cronistas, las expediciones de descubrimiento y científicas y la cartografía.

2- La realidad de América explica cómo es este continente materializado en una maqueta y una gran pantalla en la que se proyectan sus paisajes; narra cómo se pobló hasta llegar a la actual mezcla de razas y cómo se desarrollaron sus principales culturas, expuestas cronológicamente por grandes áreas culturales.

-El área de La sociedad, tras una introducción del ciclo vital, trata los distintos tipos de sociedades que hasta casi nuestros días han coexistido siempre en América. Desde las sociedades tribales a las sociedades complejas se intenta mostrar la vida cotidiana a través de sus viviendas, su economía, su estructuración en clases sociales y sus jerarquías y símbolos de poder.

4. El área de La religión expone las principales divinidades indígenas, los mitos y los espacios sagrados. A continuación se despliegan las salas con los ritos funerarios, de fertilidad, así como los objetos sagrados; todo ello referido tanto al mundo indígena como al europeo introducido en la época colonial.

Indios Gentiles, cuadro de Miguel de Cabrera
5. En La comunicación se muestran las pictografías primitivas y el origen de la comunicación escrita en América, la escritura de sus altas culturas expresados a través del Códice Trocortesiano y del Códice Tudela. Concluye esta área con un audiovisual en el que se muestran las lenguas indígenas y el español como lengua común.

En Madrid, no se pierda el Museo de América

La ciudad y Comunidad de Madrid cuenta con numerosos atractivos culturales, y no todos están citados en los itinerarios a realizar o incluidos en los paquetes comercializados Es posible que usted  no conozca  todos los museos y monumentos de nuestra ciudad, salvo que sea un especialista, en este caso del mundo americano, por ello, aquellos que quieran descubrir una parte de la Historia de América, tienen este museo en Madrid, inaugurado en 1994,  es el único que reúne y presenta juntas colecciones indígenas “pre y post colombinas”, y de arte colonial en una exposición de guión y montaje moderno.

Tanto para los que viven en Madrid, como para todos aquellos que visitan nuestra ciudad, tienen la oportunidad de conocer  y hacer un recorrido  por este  interesante museo muy cercano y bien comunicado, a menos de quinientos  metros de la estación de metro  de Moncloa, (en la avenida de los Reyes Católicos, 6) Guías y talleres infantiles, cursos y conferencias, mesas redondas y presentaciones, conciertos y danzas, etc, hacen del Museo de América un museo abierto a la sociedad del siglo XXI.

Amigos del Museo de América, estará encantado de acompañarles en un recorrido por el Museo en día que ustedes puedan, y seguro que llegamos a un acuerdo para que se integre de alguna forma en este grupo de Amigos que trabajan y desarrollan  un amplio programa de actividades anuales encaminadas a conocer mejor la historia de aquí y de allí

Estamos en el Telf. 915439294,
E-mail:adama@adamaamerica.com y en la página

HOMENAJE AL POETA CHILENO GONZALO ROJAS, por Rolando Gabrieli


Gonzalo Rojas Pizarro (Lebu20 de diciembre de 1917 – Santiago25 de abril de2011) fue un profesor y poeta chileno perteneciente a la llamada «Generación de 1938».
Su obra se enmarca en la tradición continuadora de las vanguardias literarias latinoamericanas del siglo XX. Ampliamente reconocido a nivel Hispanoamericano, fue galardonado, entre otros, con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992, el Premio Nacional de Literatura de Chile 1992 y el Premio Cervantes 2003.
 Oye,

no despierten a Gonzalo,

està dormido en el aire de su poesìa,

este mandarìn  suspendido

 en su viaje profundo,

agua y màs agua en la oscuridad

 su palabra ya duerme,

duerme,

en la fiesta del poema

y si no dijo  lo que dijo,

todo se hizo polvo con su estrella

LA ISLA DE CHILOÉ, por Tomás Martín-Consuegra Naranjo

Chiloé: Una de las experiencias más maravillosa de las vividas en nuestro extenso viaje a Chile, fue la realizada en Diciembre del 2010 a la Isla de Chiloé, la Isla grande del archipiélago de mismo nombre localizado entre los paralelos 41º y 43º de latitud sur, con  numerosas islas e islotes menores, que suman una superficie de más de 9.000 km² y una población total aproximada a los 155.000 habitantes, actualmente provincia suroccidental de la X Región de Los Lagos, con las comunas de Ancud, Castro, Chonchi, Curaco de Vélez, Dalcahue, Puqueldón, Queilén, Quellón, Quemchi y Quinchao.
Nuestros amigos Javier y Ana nos recogieron en Puerto Montt recorriendo en su todo terreno unos sesenta kilómetros por la ruta cinco hasta Pargua, en donde embarcamos en el trasbordador Ruende, el más moderno de la compañía naviera Transmarchilay, atravesando  cómodamente y en menos de media hora, el canal Chacao; desembarcando y siguiendo  por misma ruta CH-5, hasta Ancud donde pernoctamos durante nuestra estancia. El tráfico marítimo que une la Isla con el  Continente es de tal importancia que se diseñó un puente que uniera ambos territorios chilenos y que hubiera servido de conmemoración del Bicentenario de la Nación Chilena, sin que el proyecto se haya materializado, ni parezca que vaya a fructificar en un futuro próximo por su costo.
Para muchos biólogos, visitar Chiloé, es regresar al pasado, al poder contemplar las características primitivas de su flora y fauna, Charles Darwin en su visita a finales de 1834 decía: "Se dispone en colinas, pero se halla cubierta por un gran bosque, excepto en los sitios aclarados en torno a las cabañas, de ramajes (...)”. Y así se puede admirar en el Parque Nacional Chiloé, ubicado en su costa occidental con una superficie protegida de unas  43.000 Hectáreas y dos sectores diferenciados: Chepu, el más pequeño, perteneciente a la comuna de Ancud; y al sur Anay, mucho más extenso, abarcando parte del territorio natural de las comunas de Dalcahue, Castro y Chonchi. Su impresionante naturaleza virgen es consecuencia de su clima predominantemente templado y lluvioso con precipitaciones durante todo el año, siendo su mayor superficie las colinas de la Cordillera de la Costa o del Piuchén.
Cada sector dispone de diferentes entradas, en nuestro caso visitamos el sector próximo a Ancud, utilizando el coche por la misma Ruta CH-5 hasta el cruce con el río Chepu (unos 25 kms.), continuando otros 15 km. por un camino ripiado hasta Puerto Anguay,  donde iniciamos un recorrido en bote por dicho rio dirección al mar, desembarcando  y terminando la aventura a pie por un sendero paralelo a la costa, de otros 15 km. hasta el río Lar. Durante este recorrido y las posteriores visitas la formación vegetal que más nos impacta es la selva valdiviana, pudiéndose apreciar, en la parte oriental de la Cordillera de la costa, diferentes tipos de bosques dependiendo de la altitud y condiciones hídricas, así en las partes bajas se asocian el Coigüe (Nothofagus sp.) y Ulmo (Eucriphya cordifolia), en contraste con el escalón intermedio en donde el Coigüe, se asocia a la Tepa (Laureliopsis philippiana) y mirtáceas, entre las que destacan el Meli (Amomyrtus meli), el Peta (Myrceugenia planipes) y la Luma (Amomyrtus luma). Sobresaliendo en los escalones superiores el bosque mixto con angiospermas y coníferas, siendo ostensibles el Avellano (Gevuina avellana), la Tiaca (Caldcluvia paniculata), el Mañio macho (Podocarpus nubigena), el Mañio hembra (Saxegothaea conspicua) y el Canelo (Drimys winteri), especies que rivalizan con sus  bosques puros de alerce, casi siempre asociados al ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum) y el dominante Tepú (Tepualia stipularis).
La riqueza vegetal es indescriptible, los árboles unen sus raíces con diferentes arbustos y adornan sus troncos robustos con diferentes plantas trepadoras, impactando en el visitante el contraste de sus innumerables verdes con el ocre y amarillo de sus dunas costeras y el azul del Océano cuando los claros, las nubes y altura nos permiten apreciarlos. En Chiloé podemos encontrar bosques de tepúes cuyos troncos entrelazados forman una maraña que permite que se forme un suelo falso de musgos y epífitas a varios metros del suelo verdadero, siendo peligroso transitar por ellos sin un conocimiento preciso de la zona.
Pero no solo nos emociona su naturaleza, Chiloé y en concreto la zona geográfica alrededor de la ciudad de Ancud en donde nos hospedamos, es también historia de España. Aunque ya en 1553, se cita a Francisco de Ulloa como el primer europeo en reconocer sus costas dentro de la exploración marítima del sur de Chile ordenada por Pedro de Valdivia (primer Gobernador y Capitán General Interino del Reino de Chile o Nueva Extremadura, para eso era él natural de Villanueva de la Serena), será en 1558 siendo el Gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza y Manrique, cuando se tome posesión de Chiloé para la corona española, fundándose en 1567 la ciudad de Castro y bautizándose la isla con el nombre de Nueva Galicia, término que no prosperó manteniéndose la voz huilliche Chiloé, que significa "lugar de chelles" (una gaviota blanca con la cabeza negra).
Fuerte San Antonio
 En mismo año de 1567, los colonizadores españoles establecen un fuerte en su costa norte con el nombre de San Antonio de Chacao. En 1768, bajo el reinado de Carlos III, se construye el Fuerte Real de San Carlos y se funda la Villa de San Carlos, convirtiéndose en su puerto principal y en la sede del Gobernador, dependiente del virreinato del Perú. El lugar era estratégico como defensa de la navegación española por sus posesiones australes de América frente a las amenazas inglesas, lo que justifica que se añada en 1779 otra fortaleza: el castillo de San Miguel en la Punta Agüi de la península de Lacuy,  que cierra el Golfo de Quetalmahue,  a unos 35 km. al noreste de Ancud, y sobre el que merece la pena insistir al destacar sobre las otras construcciones defensivas. Fue declarado Monumento Nacional el 29 de abril de 1991, coincidiendo con el inicio de los estudios de declaración de Patrimonio de la  Humanidad de las fortificaciones de América Latina y El Caribe gestionadas por la UNESCO.
Iniciadas las alteraciones derivadas del “juntismo” en el Reino de Chile para su independencia, Chiloé se mantuvo fiel a la Corona, recibiendo tropas reales y participando en los combates contra los independentistas que culminaron con la derrota de estos en el llamado Desastre de Rancagua y la posterior entrada victoriosa de los chilotes en la ciudad de Santiago en 1814. Incluso producida la independencia de Chile, siguió fiel a la monarquía española organizando  su defensa en 1820, precisamente en la villa y Fuerte Real de San Carlos (actual Ancud) frente al ataque de Thomas A. Cochrane (Lord Cochrane), marino inglés contratado por el Gobierno chileno desde 1818 para formar su naciente Armada de la que se le nombró Vicealmirante  y que en el mismo año había conseguido apoderarse de Valdivia, lo que no consiguió con Chiloé, en la que pese a tomar la batería de Chacao y otras de la península de Lacuy, sería derrotado en el castillo de San Miguel en la Punta Agüi, abandonando la isla que continuó realista hasta 1826 cuando las tropas chilenas vencen su resistencia en los campos de Pudeto y Bellavista. En 1834 se cambia el nombre a la villa de San Carlos de Chiloé por su actual de Ancud, capital de la provincia hasta 1982 que pasa a Castro la tercera ciudad más antigua de Chile con existencia continuada.
Pero no todo es vegetación venerable en Chiloé, con la llegada de los colonizadores comienzan las quemas y talas de sus bosques, convirtiéndose en tierras de cultivo y praderas, y lo que es peor es que muchos de estos terrenos se abandonaron y hoy están ocupados por el espinillo (Ulex europaeus), un arbusto introducido para hacer cercos vivos, que está completamente fuera de control. Aludir a sus cultivos obliga a citar el de la papa practicado desde antes del siglo XVI. Es tan antiguo que científicos como Charles Darwin y Nikolái Vavílov afirmaron que esta planta se había originado en Chiloé, y así se creía hasta el 2005, que David Spooner  (taxónomo del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA)) demostró, por medio de análisis genéticos, que todas las patatas cultivadas tienen un ancestro originario del sur de Perú.
Palafitos
Pero la tala de sus bosques ha sido justificada sobre todo para sus edificaciones. En Chiloé puede afirmarse que toda la arquitectura de sus colonizadores mantenida durante siglos se ha basado en la madera. El chilote para poder compaginar su vida entre el mar y la huerta inventó el palafito que, construido en la misma orilla del mar sobre columnas de madera, permite la entrada y salida de sus embarcaciones aprovechando las mareas, a la vez que la parte posterior de la casa descansa ya en tierra fértil, donde cultivan papas y hortalizas y crían sus aves y animales de subsistencia. Hoy día pueden admirarse estos palafitos en Castro, ya que la mayoría de los que bordeaban sus costas, fueron devastados por los efectos del terremoto -  maremoto de 1960, que supuso, incluso,  un descenso superior a un metro del suelo del archipiélago.
Esa cultura de la madera perdura en Chiloé y sus casas están construidas con ella. Muros, techos, tejas, puertas, ventanas, escaleras, todo es madera: mañío, pellín, alerce, raulí, coigue. Ricas maderas que hoy escasean y son reemplazadas por otros materiales. Son casas amplias que crecen adaptándose a las necesidades familiares y también combinando vivienda con huerto y criadero de animales domésticos. En su interior se teje la vida familiar, particularmente en sus enormes cocinas, donde se comparten cuentos y tradiciones durante los largos meses de lluvia (los chilotes dicen que en su tierra llueve trece meses al año). No es extraño pues que Chiloé sea la isla de las mil leyendas a las que, aunque solo sea breve y parcialmente estamos obligados esbozar.
Se habla sobre todo de brujos como hechiceros que, casi siempre, causan el mal. Tienen su refugio en "La Cueva de Quicaví" vigilada por el invuche  o machuco que es un humano monstruo que camina en tres patas y tiene la cara vuelta hacia atrás, con conocimientos de brujería suficientes para aconsejar a los brujos inexpertos; si alguien lo mira queda por siempre enajenado. Los brujos pueden volar pero también suelen usar caballos marinos que viven en el fondo del mar, tienen apariencia de caballo común, pero son enormes y miden más de doce varas de largo y cuatro de alto (unos 10 x 3,5 metros) y en su lomo pueden cargar hasta trece brujos, que trasladan entre las islas o al calehuche, barco fantasma que esconden en el mar y en donde por las noches efectúan fiestas y bailes cuyo ruido y música atrae a los navegantes que deambulan por las islas haciéndolos prisioneros eternamente. También disponen de mensajeras: Las voladoras que son mujeres que pueden transformarse en pájaro.
 Y además de brujos, existen otros seres mágicos, con apariencia tanto de seres humanos como de animales. Afirman que la formación del archipiélago fue consecuencia de una batalla entre Caicavilu, serpiente del mal, enemiga de la vida terrestre, animal y vegetal que arrastra hasta sus dominios marinos y Tentenvilú o la serpiente del bien, diosa de la tierra y la fecundidad, y de todo lo que en ella crece. De su lucha durante miles de años fue el resultado actual: valles inundados por el mar y los cerros convertidos en islas maravillosas. Y otros muchos, menos transcendentales, como la pincoya que representa la fertilidad del mar y su entorno. Su belleza es extraordinaria, luciendo una larga y abundante cabellera que le cubre la espalda, es muy alegre y al canto de su marido el pincoy baila desnuda por los parajes solitarios de la costa y roquedales, moviendo su cuerpo voluptuosamente. Si baila frente al mar habrá abundancia de peces y mariscos. El trauco habita en los bosques con su mujer Fiura, son enanos y monstruosamente feos, pero el marido a las mujeres que se le aparece les provoca sueños eróticos hasta que caen rendidas en sus brazos y si la unión carnal fructificara los hijos tienen los mismos rasgos que el amado de la embarazada. Hay quién dice que más que un mito era un apaño para embarazos no deseados. El camahueto tiene la forma de un ternero con un cuerno en medio de la frente y cualquier brujo se lo puede extraer convirtiéndolo en un cordero y machacado el cuerno hacen pócimas que devuelven la potencia sexual a los hombres. Existen también sirenas que son doncellas encantadoras que recorren los canales del archipiélago reclamando a los marinos con canciones de amor y voz de una dulzura inigualable, el único inconveniente que se les puede achacar es que de la cintura hacia abajo tienen forma de pez y que, a los que seducen, son arrastrados a su palacio en el fondo del mar, compartiendo sus inmensas riquezas pero sin poder volver a tierra.  A la viuda que es una mujer alta y delgada vestida de negro, le da por lo mismo, recorriendo los caminos de noche buscando galanes a los que abraza por la espalda y los adormece con su aliento, satisfaciendo todas sus solicitudes amorosas hasta el alba en que los abandona, y pobre del que se niegue porque los abraza hasta darles muerte.
Pese al encanto misterioso de estas leyendas y otras muchas más, los chilotes son tradicionalmente católicos y a lo largo de toda la isla encontramos pruebas de su fervor religioso. Desde la llegada de los españoles, fueron primero los jesuitas los encargados de la evangelización, y posteriormente a su expulsión en 1767 se harán cargo los franciscanos, que continúan  su sistema pastoral denominado “Misión Circular”, misiones itinerantes de religiosos que recorrían anualmente el archipiélago, permaneciendo algunos días en lugares específicos donde se construían capillas y en las que durante el año operaban laicos denominados “Fiscales”, figura que aún perdura, estando formados para atender espiritualmente a los habitantes, consiguiendo sincretizar la religiosidad indígena y católica con contenido local, sin dañar la esencia del cristianismo, dando lugar a todo un fenómeno cultural, artístico y religioso: las Iglesias de Chiloé que salpican todo el archipiélago, todas ellas de madera al estilo tradicional, cuyas dimensiones e importancia exceden a las necesidades de su población, puede decirse que cada 10 Km. podremos encontrar una iglesia.
Esta realidad solo puede explicarse por la existencia en Chiloé de una organización social comunitaria que se ha mantenido en el tiempo conformando su patrimonio cultural: la minga, una forma de trabajo colectivo en todos los órdenes de sus actividades productivas: agrícolas, constructivas y sobre todo de ayuda social. Y la minga cobra un mayor sentido cuando se trata de la construcción y mantenimiento de las iglesias que en Chiloé son propiedad de la comunidad, así en el Obispado de Ancud nos resaltan una cita de 1850 del Obispo Justo Donoso Vivanco: “los feligreses contribuyen para las construcciones y reparaciones de las iglesias, unos con el trabajo personal y otros con el contingente de maderas; recaban la licencia para la construcción y se distribuyen ellos mismos en proporción el trabajo y gastos que demanda el edificio hasta su conclusión”. Religiosos y nativos crearon una técnica sin referente gracias a la destreza de los constructores chilotes y su profunda religiosidad, naciendo desde sus inicios lo que conocemos como Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera mantenida durante cuatro siglos, cuyo sello arquitectónico puede observarse en más de setenta iglesias que se conservan en distintas etapas de deterioro. Son de planta rectangular, una nave con bóveda de cañón y fachada con torre  central que servía como faro o punto de referencia para los navegantes, pórtico y, siempre, frente a una explanada donde acuden los fieles masivamente para la celebración de las fiestas religiosas. Esta Escuela tenía en cuenta hasta como ubicarlas para preservarlas de las inclemencias del clima sureño: Cerca del mar pero en su costa este, buscando cualquier resguardo montañoso por el norte y orientadas hacia el sur, a fin de protegerlas de las lluvias. Y todo ello con un óptimo aprovechamiento de los recursos del medio ambiente (madera) y su armonía con el paisaje. Chiloé es de los pocos lugares del mundo donde se conserven templos de más de un siglo de antigüedad construidos íntegramente de madera.
No podemos dejar de reflejar el interés de nuestros amigos Javier y Ana, en destacar la labor del Obispado de Ancud y la Fundación de Amigos de las Iglesias de Chiloé en defensa de este extraordinario patrimonio, de cuya lucha destacamos: En 1996 las Iglesias de Chiloé fueron incluidas por el Watch Monument Found en su lista de los 100 monumentos del mundo en peligro de desaparecer  y en el 2000 declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) las iglesias de: Achao, Nercón, Vilpulli, San Juan, Quinchao, Aldachildo, Chonchi, Dalcahue, Castro, Ichuac, Tenaún, Caguach, Rilán, Detif, Colo y Chelín.
Y queremos finalizar resaltando ese espíritu social de unión colectiva en algo tan suculento como el famoso curanto chilote comida que se remonta a los pueblos anteriores a la colonización española de la isla, y que posiblemente por sus componentes folclóricos se haya extendido por el sur de Chile y  Argentina y por su riqueza culinaria derivado en el pulmai (o curanto en olla). Pero a nosotros lo que nos ha impresionado es su  poder de llamada al encuentro colectivo, a la alegría social de saciar el apetito en una auténtica fiesta culinaria que requiere la participación activa de varios comensales, tanto en la aportación de las cantidades masivas de los alimentos y aditivos utilizados, como en las faenas realizadas para su consumación. En nuestro caso nos hemos sumado no a una mera atracción turística, sino que invitados por amigos de Javier y Ana nos hemos sentido parte del grupo y hemos disfrutado de mucho más que una comida en comunidad. A pocos Km. de Ancud, en una finca al borde del bosque, relativamente separados de la vivienda, hemos podido asomarnos a un hoyo de un metro aproximado de profundidad y diámetro, con sus paredes revestidas de piedras grandes de arrastre de rio, también acumuladas sueltas en su fondo, en el que se ha arrojado leña, quemándola hasta calentar las piedras al rojo vivo; se han sacado sus tizones, conservando las ascuas rojas entre sus piedras, arrojándose varios sacos con mariscos de la zona, en este caso eran almejas, choros (mejillones), navajuelas y picorocos (especie de percebes), pero todos ellos de un tamaño más  grande que los nuestros; mariscos que taparon con hojas enormes que llaman pangues, de nalca (planta herbácea abundante en Chiloé de tallos semienterrados); seguidamente y encima de ellas kilos y kilos de carne troceada y ya aliñada de pollo, chancho (cerdo) y abundantes trozos de longaniza y chorizo que se volvieron a tapar con pangues y sobre ellas más  kilos de habas, arvejas (guisantes) y papas lavadas pero con piel y yo diría que una centena de chapaleles (especie de panes redondos y aplastados compuestos de una masa a base de papas cocidas y harina de trigo) y milcaos (como los anteriores pero más oscuros al llevar la masa papas exprimidas crudas que se oxidan y adoptan un color rojizo junto con patatas cocidas, sal y manteca dándoles forma de panecillos redondos aplastados); todo ello tapado con paños y sacos mojados y encima una verdadera alfombra de pastos que denominan como tepes. La animada espera es de algo más de dos horas, yendo en aumento el olor de los vapores de sus ingredientes,  en forma de nube espesa que escapa por la tapa verde del hoyo. Finalizada la cocción fueron retiradas una a una las capas de protección con sumo cuidado y los alimentos cocidos al vapor agrupados en grandes recipientes de los que te sirves un plato combinado a tu gusto, pudiéndolo acompañar de pebre (salsa caldosa realizada con sal, agua, cebollino picado, aji de color (pimentón), cilantro, perejil y algo de caldo de marisco). Obviamos vinos y postres: Salud hermanos.